ANDRÓGINO: Figura de 25 cm (en cera)




 






HISTORIA DE LA SEXUALIDAD


“Entre sus emblemas, nuestra sociedad lleva el del sexo que habla. Del sexo sorprendido e  interrogado que, a la vez constreñido y locuaz, responde inagotablemente.  Cierto mecanismo, lo bastante maravilloso como para tornarse él mismo invisible, lo capturó un día. Y en un juego  donde el placer se mezcla con lo involuntario y el consentimiento con la inquisición, le hace decir la verdad de sí y de los demás. Desde hace muchos años, vivimos en el reino del príncipe Mangogul: presas de una inmensa curiosidad por el sexo, obstinados en interrogarlo, insaciables para escucharlo y oír hablar de él, listos para inventar todos los anillos mágicos que pudieran forzar su discreción. Como si fuese esencial que de ese pequeño fragmento de nosotros mismos pudiéramos extraer no sólo placer sino saber y todo un sutil juego que salta del uno al otro: saber sobre el placer, placer en saber sobre el placer, placer-saber; y como si ese peregrino animal que alojamos tuviese por su parte orejas lo bastante curiosas, ojos lo bastante atentos y una lengua y un espíritu lo bastante bien construidos como para saber muchísimo sobre ello y ser completamente capaz de decirlo, con sólo que uno se lo solicite con un poco de maña. Entre cada uno de nosotros y nuestro sexo, el Occidente tendió una incesante exigencia de verdad: a nosotros nos toca arrancarle la suya, puesto que la ignora; a él, decirnos la nuestra, puesto que la posee en la sombra. ¿Oculto, el sexo? ¿Escondido por nuevos pudores, metido en la chimenea por las tristes exigencias de la sociedad burguesa? Al contrario: incandescente. Hace ya varios cientos de años, fue colocado en el centro de una formidable petición de saber. Petición doble, pues estamos constreñidos a saber qué pasa con él, mientras se sospecha que él sabe qué es lo que pasa con nosotros.  Determinada pendiente nos ha conducido, en unos siglos, a formular al sexo la pregunta acerca de lo que somos. Y no tanto al sexo-naturaleza (elemento del sistema de lo viviente, objeto para una biología), sino al sexo-historia, o sexo-significación; al sexodiscurso. Nos colocamos nosotros mismos bajo el signo del sexo, pero más bien de una Lógica del sexo que de una Física. No hay que engañarse: bajo la gran serie de las oposiciones binarias (cuerpo-alma, carne-espíritu, instinto-razón, pulsiones-consciencia) que parecían reducir y remitir el sexo a una pura mecánica sin razón, Occidente ha logrado no sólo —no tanto— anexar el sexo a un campo de racionalidad (lo que no sería nada notable, habituados como estamos, desde los griegos, a tales "conquistas"), sino hacernos pasar casi por entero —nosotros, nuestro cuerpo, nuestra alma, nuestra individualidad, nuestra historia— bajo el signo de una lógica de la concupiscencia y el deseo. Tal lógica nos sirve de clave universal cuando se trata de saber quiénes somos. Desde hace varias décadas, los especialistas en genética no conciben más la vida como una organización dotada, además, de la extraña capacidad de reproducirse; en el mecanismo de reproducción ven precisamente lo que introduce en la dimensión de lo biológico: no sólo matriz de los seres vivientes, sino de la vida. Ahora bien, ya van varios siglos que, de una manera indudablemente muy poco "científica", los innumerables teóricos y prácticos de la carne hicieron del hombre el hijo de un sexo imperioso e inteligible. El sexo, razón de todo”.

 
Androginia es la cualidad de las personas cuyos rasgos externos no son propios ni del sexo masculino ni femenino, entrando así en un término medio.
El término es de origen griego, formado por andrós (hombre) y gyné (mujer) Se cree que deriva del griego Androgynos, "Hermafrodita", por lo que en origen no habría distinción entre ambos términos.
Según la Real Academia Española, actualmente ambos términos pueden utilizarse como sinónimos, aunque proporciona para "Andrógino" una definición alternativa que especifica "Dicho de una persona: Cuyos rasgos externos no se corresponden definidamente con los propios de su sexo". 1 El andrógino sería pues o bien un ser físicamente intermedio, con rasgos sexuales de hombre y de mujer, o bien un hombre o una mujer que no aparenta de forma clara el sexo al que pertenece.

Origen del término. Platón
El término ANDRÓGINO fue mencionado por primera vez por Platón, que en su obra El Banquete menciona a un ser especial que reunía en su cuerpo el sexo masculino y el femenino y/o masculino-masculino y femenino-femenino.
Según cuenta el mito, estos seres intentaron invadir el Monte Olimpo, lugar donde viven los dioses, y Zeus, al percatarse de esto, les lanzó un rayo, quedando éstos divididos. Desde entonces, se dice que el hombre y la mujer andan por la vida buscando su otra mitad.
Este mito daría explicación a la homosexualidad y heterosexualidad en la antigüedad ya que según el cuento también habría andróginos compuestos por lo que serían dos hombres y andróginos integrados por dos mujeres.
Para apoyar tal teoría se suele aludir al mito del andrógino que el filósofo ateniense Platón explica en su obra El Banquete: Platón Relata cómo en otro tiempo existía una clase particular de ser humano que se llamaba andrógino; este ser reunía en sí a los dos sexos: el sexo femenino y el sexo masculino. Los seres humanos tenían formas redondeadas: la espalda y los costados colocados en círculo. Contaban con cuatro brazos, cuatro piernas, dos rostros y una sola cabeza. Tales cuerpos resultaban muy vigorosos y concibieron la idea de combatir a los dioses. Zeus, entonces, planeó un medio para debilitar a los seres humanos: dividirlos en dos. Desde entonces los humanos tuvieron que caminar sólo con dos piernas. Hecha esta división, cada mitad hace esfuerzos para encontrar a su otra mitad.
Cada uno de nosotros, diría Platón, "no es más que una mitad de ser humano, que ha sido separada de su todo como se divide una hoja en dos." En el desarrollo de la cultura occidental posterior a la cultura griega se ha utilizado el mito del andrógino descrito por Platón para justificar la necesidad de complementación psicológica que los varones y las mujeres tienen entre sí.

La androginia se encuentra en los mitos sobre los orígenes como símbolo de identidad religiosa suprema, de poder absoluto y trascendencia total. Representa la unión de los opuestos, la conjunción mítica de los sexos.
El mito del andrógino descrito por Platón la clase de andrógino compuesto por un cuerpo de hombre y un cuerpo de mujer sólo es una de las tres clases que enumera Platón. El filósofo de Atenas habla además de un andrógino compuesto -antes de la separación- por dos cuerpos de hombre. También nos habla de un andrógino compuesto -antes de la separación- por dos cuerpos de mujer.  Así, siguiendo el mito completo, después de la separación que como castigo aplicó Zeus, unos varones buscan a su mitad, que son mujeres. Unas mujeres buscan a su mitad, que son varones. Unos hombres buscan a su mitad, que son también hombres. Y otras mujeres buscan a su mitad, que son también mujeres. Dice Platón:

«A las mujeres, que provienen de la separación de las mujeres primitivas, no llaman la atención los hombres y se inclinan más a las mujeres; a esta especie pertenecen las tribades. Del mismo modo, los hombres que provienen de la separación de los hombres primitivos, buscan el sexo masculino... Si se casan y tienen familia, no es porque la naturaleza los incline a ello, sino porque la ley los obliga» (PLATÓN, Simposio (Banquete) o de la Erótica, ed. F. Larroyo, México, 1979, p. 364).

El mito del andrógino que Platón desarrolla supone una explicación, vital y emocional, de las relaciones de pareja tanto heterosexuales, como homosexuales.
En la mitología griega Tiresias, quien había sido alternativamente varón y mujer, había conocido así los secretos del goce pudiendo afirmar que la mujer gozaba nueve veces más que el varón. Hermafrodito es otro ejemplo en la mitología griega: como castigo de los dioses pasa a ser a la vez hombre y mujer.
En la India, el andrógino estaba representado por Shivá y su consorte Párvati, fundidos en un solo ser.
Un mito judío del Talmud, del Midrash y el Zohar Jadash, refiere que el primer ser humano fue hermafrodita. Adan era varón y mujer a la vez. Dios tomó uno de sus lados para crear el amor, hendió verticalmente al ser bisexuado haciendo de uno un varón y del otro una mujer. El amor es, entonces, la búsqueda del otro porque sin el otro uno permanece como medio ser.




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FOUCAULT, Michel.  Historia de la Sexualidad I La Voluntad de Saber. Ediciones Siglo XXI. Madrid, España, 1998
http://es.wikipedia.org/wiki/Androginia




 BOCETOS PARA FIGURA DE 25 cm X 25 cm

 "andrógino"


 vista trasera


 vista lateral


vista lateral


  vista frontal


 vista cenital


MODELADO DE LA PIEZA DE 25 cm 



MATERIALES:

 mechero con alcohol industrial

cera preparada




herramientas metálicas








PROCEDIMIENTO:
Escoger el procedimientomediante el cual se va a modela la pieza; en este caso ser hará por tiras recortadas, de 4 cms de ancho, que se van pegando unas sobre otras hasta lograr darle forma.



 
  recorte de tiras de 4 cm de ancho

Se empieza a darle forma circular a las tiras.





Cada pieza circular que se pegue se añade a la parte superior de la anterior y con ayuda de calor se unen consecutivamente. Pulir las uniones para que la superficie sea uniforme.



 


Para esta pieza, una vez se obtenga la forma de cono truncado se realizan cortes para lograr más volumen, modelando el material y añadiendo más tiras de cera.

Una vez terminada la forma básica puede seguir haciendo reformas según lo requiera.  En este caso se han hecho cortes laterales apra darle volumen a las  partes trasera y delantera de la pieza.
 pieza lateral


 piezas laterales adheridas

 pegado y pulido con herramienta metálica